A lo largo de los años hemos trabajado para mejorar el nivel de confort que ofrece nuestro entorno. En las regiones más frías hemos intentado calentar nuestros hogares y en los más cálidos hemos intentado enfriarlos, porque si no estamos cómodos, no podemos trabajar ni relajarnos. Pero la comodidad térmica, fundamental para nuestro bienestar, está supeditada a tres factores básicos:
El factor humano
nuestras ropas, nuestro nivel de actividad y cuánto tiempo nos quedamos en la misma situación.
Nuestro espacio
la temperatura de radiación y temperatura circundante
El aire
su temperatura, velocidad y humedad.
De estos tres factores, el factor humano es algo impredecible. El resto se puede controlar para proporcionar esa ansiada sensación de bienestar.
El cambio de los patrones de construcción, prácticas laborales y niveles de ocupación interna han dado lugar a
nuevos parámetros dentro de los que se deben mover los diseñadores.
Los edificios modernos, por ejemplo, generan mucho más calor que los de hace, digamos, 50 años, lo cual se debe a diferentes motivos:
Infiltración solar
Los avances en las tecnologías de construcción también han dado lugar a un aumento del uso de cristal. Incluso en los casos en los que acristalamiento de protección solar, las ganancias solares pueden ser considerables.
Ocupantes
Un número cada vez mayor de ocupantes se aglutinan de manera sistemática en las zonas de oficinas y cada uno de ellos genera unos 120 W/h de calor.
Aparatos eléctricos
Los ordenadores, las impresoras y las fotocopiadoras, omnipresentes en las oficinas modernas, también generan unas cargas térmicas considerables.
Iluminación
Muchas tiendas modernas podrían ser calentadas correctamente mediante
su iluminación. En Europa, es relativamente habitual obtener unas ganancias térmicas del orden de 15-25 W/m2.
Ventilación
Al introducir en un edificio aire del exterior, también se introduce su temperatura, lo que puede suponer un problema si en el exterior hace 30 ºC.